lunes, 25 de julio de 2011

Relaciones interpersonales. Inteligencia y gestión emocional en el aula.

 
“Aquí y Ahora”

Chirinos, Eneida.

Relaciones interpersonales. Inteligencia y  gestión emocional en el aula.

La escuela ha sido definida tradicionalmente como la institución social, responsable de la formación que requiere las jóvenes generaciones para su integración en el contexto social que habitan, de ahí la necesidad de la gestión emocional y las relaciones interpersonales en el aula, en el contexto institucional. Es evidente que el docente, para actuar con inteligencia emocional y poder realizar gestión afectiva, debe, en primer lugar, controlar las emociones propias ante situaciones de cambios o crisis, conocer a los demás y su estructura emocional para tener la capacidad de relacionarse con el exterior. Se trata, en definitiva, de “establecer un liderazgo emocional y conseguir formar grupos emocionalmente inteligentes”. En este plano son fundamentales conceptos como la confianza mutua, la identidad de grupo y el sentido de la eficacia. Resulta indudable reconocer que la inteligencia emocional no ha llegado aun al mundo de los docentes.
Evidentemente, la inteligencia emocional, a menudo negada y desdeñada, opacada por el brillo de la razón y el coeficiente intelectual, más fácil de definir y medir, viene a ser una destreza que permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los sentimientos de los demás, sentirse satisfechos y ser eficaces en la vida a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad.
En tal sentido, Escontrela y Saneugenio (1992), al referirse al carácter ético de la educación, lo conciben como “un proceso dialéctico en el cual el significado y la significación de las estructuras son reconstruidas en un proceso de concienciación históricamente condicionada por los individuos” (p.70). Así la inteligencia emocional, en una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, y la agilidad mental. Las mismas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la comprensión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.
Por consiguiente, aprovechar la inteligencia emocional, no implica estar siempre contentos o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos que nos depara la vida, reconocer y aceptar los propios sentimientos y salir airoso de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los demás. La difusión de este “alfabetismo emocional”, pocas veces valorado en su justa medida, haría del mundo (y por ende de las organizaciones) un lugar más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se trata de borrar las pasiones, sino de administrarlas con inteligencia.
Precisando, el manejo de relaciones interpersonales se presenta en dos ámbitos: El primero es el de las relaciones esporádicas y el segundo es el de las relaciones en el tiempo. Tanto en uno como en otro, los intercambios de cortesía, información sobre hechos, pensamientos, ideas, sentimientos y deseos, deben armonizarse con el grado de sintonía de los dos interlocutores, estableciéndose claramente las fronteras de cada estadio de la intimidad. Dentro de este marco de relaciones interpersonales algunas pautas deben tenerse en cuenta: separar las personas de los temas, enfocar en intereses y no en posiciones, establecimiento de metas precisas de la negociación y trabajar juntos y en armonía para crear y/o generar opciones que favorezcan ambas partes.
La inteligencia al servicio de las emociones predispone, en las relaciones interpersonales la dosificación de la proporción de la emotividad y racionalidad, la cual debe graduarse cuidadosamente en cada etapa de la relación, y el énfasis en las clásicas salidas de lucha-huida debe elegirse según la naturaleza del marco, el poder del oponente y la importancia de la meta. Las personas, generalmente son más emotivas que racionales y, por tanto, la empatía, paciencia creativa y claridad mental son dimensiones que ayudan a sacar el máximo partido de la habilidad para gestionar la inteligencia emocional.
Profundizando en este aspecto Ryback (1998), sostiene que puede establecerse una relación complementaria entre las emociones y la autogestión y que “están vinculadas inseparablemente entre sí, dado a que es la apertura emocionalmente inteligente la que manifiesta los talentos más profundas y la integridad interior de todos los individuos que permite un trabajo de equipo efectivo y autogestionado” (p.98)
En fin de lo que se trata es de construir en la dinámica de las experiencias de los docentes y alumnos, en el ámbito institucional de educación básica, relaciones interpersonales de confianza, comunicaciones efectivas y asertivas conducente a elevar los índices de productividad de las intenciones pedagógicas, así como también a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos, controlar las emociones que provocan el estrés y la frustración, agudizando la comprensión profunda de los propios sentimientos y del modo en que afectan a los demás, generando capacidad de mediar y minimizar los conflictos, gestionando emocionalmente en el aula, en equipos de trabajo para la convivencia, la tolerancia, la responsabilidad e iniciativa para alcanzar las metas y aspiraciones colectivas, por encima de las necesidades y proyecciones individuales.



Referencias Bibliográficas:

Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.
Escontrela, R y Saneugenio, A (1992). La formación del profesor, modelos y tendencias: El modelo crítico-reflexivo. Revista de Pedagogía, XIII: 29.




Chirinos Arcaya, Eneida C. Dirección electrónica. Jemyrsch@hot mail.com Licenciado en Educación Integral. Mención Ciencias Sociales. Universidad Nacional Abierta (1992). Licenciado en Educación Integral. Mención: Lengua. Universidad Nacional Abierta (1994). Magíster en Gerencia. Mención: Gestión Educativa. Universidad Bicentenaria de Aragua. (1999). Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad Santa María (2005), Actualmente se desempeña como Docente de Aula en la Escuela Básica “Juan Guillermo Iribarren” del Municipio Araure en el Estado Portuguesa. Autora de publicaciones en la Revista CANDIDUS; y en las Columnas “Aquí y Ahora” y ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? ... y Respuestas en el Diario Ultima Hora.


Conociendo y dirigiendo las emociones. ¡Interacción empática! ... Superando la conflictividad.

“Aquí y Ahora”

Chirinos, Eneida.

Conociendo y dirigiendo las emociones. ¡Interacción empática! ...  Superando la conflictividad.

Resulta conveniente destacar, la frase “controla tus emociones”, tiende a confundirse y, en vez de controlar, lo que se hace es simplemente “ahogar las emociones”, esto es un craso error porque las emociones no son en sí mismas ni buenas ni malas. La que puede ser buena o mala es nuestra respuesta, en todo caso, las emociones nos dan pistas, que permiten analizarlas para lograr finalmente que trabajen a nuestro favor. En sí los componentes las emociones son los pensamientos o valoraciones cognoscitivas, los cambios psicológicos o acciones basadas en la excitación nerviosa y las consecuentes tendencias comportamentales.
En tal sentido Ryback (1998), sostiene que la conciencia de sí mismo “es la piedra angular de la inteligencia emocional, alrededor de la cual giran todas las demás características de la misma la comprensión y la dirección efectiva de los demás” (p.71). Es importante tener claro, que  para manejar los parámetros de la inteligencia emocional necesariamente es conveniente, tomar el mando de los pensamientos, dirigiendo oportunamente las excitaciones nerviosas y llegar a ser buenos solucionando, problemas, siguiendo algunas pautas que ayuden a realizar esta difícil tarea, en primer lugar, comprender la naturaleza de los problemas y posteriormente, interiorizar la idea de que son las repuestas a las situaciones,  las que en muchas ocasiones causan problemas.
Es vital admitir, realmente que los problemas son parte normal de la vida, sin embargo no se debe sentir obsesionado, ni frustrado ni pretender instaurar cuadros compulsivos,  por ello cuando se tienen, evidentemente la clave no esta en negarlos, sino enfrentarlos y solucionarlos.
En las interacciones sociales, es importante percibir lo que otros sienten, lo cual constituye la esencia de la empatía. Rara vez las personas con las cuales se comparten escenarios, comentan con palabras lo que experimentan; en cambio, lo revelan en su tono de voz, expresiones faciales y otras maneras no verbales. Torrabadella (2001), especifica que la empatía “es la capacidad para comprender las emociones de las demás (captar) y expresar las emociones propias (emitir)” (p.186). La capacidad de percibir esas comunicaciones sutiles nace de aptitudes más básicas, sobre todo del conocimiento de uno mismo y del autodominio. Por lo tanto si no se puede percibir los propios sentimientos (o impedir que nos ahoguen) nos veremos irremediablemente fuera del contacto con los estados de ánimos ajenos.
En fin, cuando falta esa sensibilidad, la gente queda descontenta. La falta de oído emocional conduce a la torpeza social, ya sea por haber interpretado mal los sentimientos ajenos, ya sea por una franqueza mecánica e inoportuna, o una indiferencia que aniquila la afinidad, una de las formas que puede adoptar esta falta de empatía es tratar a los demás como si fueran estereotipos y no los individuos únicos que son.
En el ámbito de las relaciones interpersonales, Goleman (1998) sostiene que “la empatía requiere, cuanto menos, saber interpretar las emociones ajenas” (p.172), dejando evidencia que la misma incluye percibir las preocupaciones o los sentimientos del otro y expresar una respuesta, en tal sentido la empatía significa interpretar y comprender los problemas, necesidades e intereses que subyacen bajo los sentimientos del otro. Los elementos señalados son de gran importancia si se desea crear ambientes de convivencia adecuados en atención a que, las organizaciones modernas se basan fuertemente en la interacción entre las personas.
En el ambiente escolar, los docentes y alumnos son más efectivos, lo saben por instinto; utilizan naturalmente su radar emocional para percibir como reaccionan los otros y afinan su propia respuesta para impulsar la interacción en la mejor dirección posible. Los mismos mecanismos cerebrales que se esconden bajo la empatía, permitiéndonos la sintonización emocional, son también los que abren el camino al contagio de los estados de anímicos y solución de conflictos, es así como uno de los talentos que  presentan quienes son hábiles para la solución de conflictos es detectar los disturbios cuando se están gestando y tomar medidas para calmar a los involucrados, para lograr esto, son cruciales las artes de escuchar y empatizar.
En tanto que, esa diplomacia, ese tacto, son esenciales para el éxito, las personas dotadas de esta aptitud, manejan con facilidad éstas situaciones tensas y personas difíciles, detectan los potenciales conflictos, ponen a descubierto los desacuerdos y ayudan a reducirlos, alentando el debate y la discusión franca, es decir orquestan soluciones que benefician a todos.


Referencias Bibliográficas:
Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.
Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
Torrabadella, P (2001). Cómo desarrollar la inteligencia emocional. Test y ejercicios prácticos para aumentar la autoestima y actuar de manera positiva. Barcelona. España: Océano Grupo Editorial S.A.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Kairós.


Chirinos Arcaya, Eneida C. Dirección electrónica. Jemyrsch@hot mail.com Licenciado en Educación Integral. Mención Ciencias Sociales. Universidad Nacional Abierta (1992). Licenciado en Educación Integral. Mención: Lengua. Universidad Nacional Abierta (1994). Magíster en Gerencia. Mención: Gestión Educativa. Universidad Bicentenaria de Aragua. (1999). Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad Santa María (2005), Actualmente se desempeña como Docente de Aula en la Escuela Básica “Juan Guillermo Iribarren” del Municipio Araure en el Estado Portuguesa. Autora de publicaciones en la Revista CANDIDUS; y en las Columnas “Aquí y Ahora” y ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? ... y Respuestas en el Diario Ultima Hora.












Componentes de la Inteligencia emocional.


“Aquí y Ahora”

Chirinos, Eneida.


Componentes de la Inteligencia emocional.

     Entre los componentes de la inteligencia emocional Goleman (1996) distingue: En primer término: Conocer las propias emociones. Es decir la conciencia de sí mismo (el reconocer un sentimiento mientras ocurre) esto evidentemente constituye, la clave de la inteligencia emocional. Este planteamiento es compartido por Ryback (1998), al establecer que el conocimiento pleno de la conciencia emocional, “resulta especialmente útil en el proceso de la toma de decisiones” p.(72). Induciendo a una mayor certidumbre con respecto a nuestras emociones, en si el autoconocimiento, se constituye en una buena guía para las elecciones vitales en los proyectos de vida y aspiraciones individuales.
     Seguidamente, tenemos el manejo de las emociones, basada en la capacidad anterior, a medida que nos conocemos, podemos conocer a los demás y estimar  el impacto de las emociones. Las personas que saben serenarse y liberarse  de la ansiedad, irritación o melancolías excesivas que recuperan con mayor rapidez de los reveses de la vida.
     De igual manera tenemos la automotivación, que evidencia los motivos que guían las acciones, y que requiere de la fuerza interior y disposición a querer lograr lo que se proponga, superando los obstáculos y convirtiendo las debilidades en fortalezas. Las personas que saben controlar la impulsividad y esperar para obtener su recompensa cumplen con sus objetivos y están conformes con sus logros.
     Es importante destacar la influencia de la empatía, como la capacidad para reconocer las emociones de los demás, saber que quieren y que necesitan es la habilidad fundamental para establecer relaciones sociales y vínculos personales. Manejar las relaciones interpersonales, sin duda alguna significa, saber actuar de acuerdo con las emociones de los demás: determinan la capacidad de liderazgo y popularidad.
Al respecto, Goleman. (1996). Sistematiza el concepto de la inteligencia emocional, lo torna científico, exponiendo un marco esquemático o “armazón” de las competencias, talentos, aptitudes y habilidades emocionales personales y sociales, con ejemplos de sus respectivas manifestaciones de la vida cotidiana; proponiendo a su vez el entrenamiento, la puesta en practica y los recaudos necesarios para lograr realmente los objetivos planificados. La inteligencia emocional, es un conjunto de competencias que determinan el comportamiento de un individuo, sus reacciones, sus actitudes, su estilo de afrontar la vida y de comunicarse. Es preciso establecer, que se trata  de una forma diferente de sabiduría que implica darse cuenta del actuar, y la percepción, para regular el comportamiento  a fin de definir y establecer patrones de relaciones, y determinar que tanto el individuo puede trabajar en equipo y  fomentar la habilidad para ser lideres.
Según lo planteado, significa ser firme pero asertivo, tomar decisiones difíciles pero con empatía, asumir una tarea y tener la automotivación para ser perseverantes hasta obtener los resultados deseados, resolviendo cualquier contratiempo que surja en el proceso.
Goleman, (1996). Además distingue dentro de la inteligencia emocional las siguientes habilidades: la capacidad de reconocer los sentimientos propios, de admiración, la automotivación. Así como también el reconocimiento de las emociones de los demás  y la empatía o capacidad para reaccionar correctamente ante los sentimientos de los otros. Estas herramientas le permiten interactuar a la humanidad entre la marejada de sentimientos y emociones propios y ajenos.
Así, aunque la psicología, conoce desde siempre la influencia decisiva de las emociones en el desarrollo y en la eficacia del intelecto, el concepto concreto de la inteligencia emocional, en contraposición al de coeficiente intelectual, fue planteado hace unos años Peter Salovey, de la Universidad de Yale. Y si bien no existen tests para medirla con exactitud, varias pruebas o cuestionarios que valoran este aspecto pueden ser muy útiles para presidir el desarrollo futuro de una persona. La inteligencia emocional, pues constituye el eje donde converge, la autoestima, la asertividad, la iniciativa, la perseverancia, entre otros elementos claves que condicionan los patrones de conducta social y exitosa de las personas, en el plano personal, familiar, escolar e institucional.




Referencias Bibliográficas:
Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.
Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Javier Vergara  Editor. Grupo Z.


Chirinos Arcaya, Eneida C. Dirección electrónica. Jemyrsch@hot mail.com Licenciado en Educación Integral. Mención Ciencias Sociales. Universidad Nacional Abierta (1992). Licenciado en Educación Integral. Mención: Lengua. Universidad Nacional Abierta (1994). Magíster en Gerencia. Mención: Gestión Educativa. Universidad Bicentenaria de Aragua. (1999). Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad Santa María (2005), Actualmente se desempeña como Docente de Aula en la Escuela Básica “Juan Guillermo Iribarren” del Municipio Araure en el Estado Portuguesa. Autora de publicaciones en la Revista CANDIDUS; y en las Columnas “Aquí y Ahora” y ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? ... y Respuestas en el Diario Ultima Hora.







La inteligencia y conciencia emocional.

“Aquí y Ahora”

Chirinos, Eneida.

La inteligencia y conciencia emocional.
     Genéricamente la inteligencia, es definida como la capacidad para aprender, comprender y resolver problemas. Se acostumbra a relacionar la definición de inteligencia con el coeficiente intelectual o cociente promedio de inteligencia, el cual resulta de examinar con diversidad de pruebas la habilidad para tratar conceptos abstractos, aprender y adaptarse a nuevas situaciones, resultando un índice esencialmente de la capacidad de raciocinio lógico (habilidades matemático-verbales).
     La inteligencia se ha entendido, tradicionalmente como un factor general asociado a la capacidad de aprendizaje y de éxito en la vida, medido a través del cociente de inteligencia. Sin embargo la modificabilidad de la inteligencia, sobre la construcción social de la misma y sobre su diversidad, permite considerar la diferenciación de Gardner  de siete tipos de inteligencia: verbal, lógica-matemática,  musical, espacial, cinestética, interpersonal e  intrapersonal. Señala este mismo autor,  cómo en Estados Unidos, en la mayoría de las escuelas se sigue cultivando exclusivamente los dos primeros tipos de inteligencia: la verbal, y matemática, al menos  consciente y premeditadamente.
     En tanto que, la inteligencia ha sido considerada como un conjunto de talentos multifacéticos, de habilidades específicas innatas y adquiridas, expresadas globalmente, aunque no de modo absoluto, en alguno de los siguientes perfiles: inteligencia mecánica o concreta referida a la habilidad física manual y/o corporal de instrumentación espacial, la inteligencia abstracta o conceptual, que especifica la capacidad para tratar con ideas y símbolos y finalmente la inteligencia social, relacionada con la capacidad para entender a otros y de interrelaciones con los demás.
     Por  otra parte, al hablar de inteligencia emocional, es necesario recordar, que durante mucho tiempo, la inteligencia ha sido lo contrario a las emociones, coincidiendo en establecer un pequeño grupo de emociones básicas de las cuales surgen  por combinación todas las demás y que son: el placer, el dolor,  el amor, la tristeza, el odio, la ira, el miedo y la culpa.
     Precisando en este aspecto, el término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por Peter Salovey de Harvard y Jhon Mayer de la New Hampshire, para describir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito: empatía, expresión y comprensión de los sentimientos control de nuestro genio, independencia, capacidad de adaptación, simpatía, capacidad de resolver los problemas de forma interpersonal, persistencia, cordialidad, amabilidad y respeto. Pero fue Daniel Goleman (1996), con su libro Inteligencia emocional quien lo popularizó y convirtió en un betsseller, refiriéndose a las siguientes habilidades: capacidad de motivarnos a nosotros mismos de perseverar en el desempeño a pesar de las posibles frustraciones, de regular los propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera, de controlar los impulsos, diferir las gratificaciones, de empatizar y confiar en los demás.
     Al conceptualizar la inteligencia emocional Ryback (1998), la considera como “la capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para discernir los sentimientos que subyacen en la comunicación interpersonal, y para resistir la tentación que nos mueve a reaccionar de una manera impulsiva e irreflexiva” (p.89). De ahí que, la competencia emocional en sí, demuestra hasta qué punto una persona ha sabido y podido trasladar ese potencial a las acciones de su vida cotidiana. Por otra parte, el hecho de ostentar un índice elevado de inteligencia emocional no garantiza que se hayan internalizado competencias emocionales específicas necesarias en ciertos entornos, ya se trate del hogar, la escuela, una empresa entre otros.
     Por consiguiente, las emociones están en la base de todas las habilidades que forman parte de la inteligencia emocional: las habilidades sociales, el control de la agresividad, la resolución de problemas, el manejo del estrés. Por eso merece la pena, tomar en cuenta algunos aspectos importantes de cómo funcionan la parte emocional de nuestro cerebro.
     En tanto, es pertinente destacar que hay una parte del cerebro que se puede llamar el cerebro emocional, más antiguo que la parte más propiamente intelectual; se compone principalmente por el denominado sistema límbico en el que destacan las estructuras denominadas tálamo y amígdala; la primera encargada de la memoria emocional y del aprendizaje emocional. Cuando el cerebro emocional detecta un estímulo emocionalmente significativo, pone en marcha la respuesta emocional a través de la acción de los neuropéptidos, que liberados en el torrente sanguíneo activan respuestas fisiológicas asociadas a la emoción. El funcionamiento de todo el sistema es previo al procesamiento por el cortex, consciente y racional, y a veces de tal intensidad que produce  el fenómeno llamado por Goleman “secuestro emocional”; origen de múltiples tragedias.
     El principal exponente mundial de la teoría de la inteligencia emocional ha sido Goleman, (1996); debido al éxito en ventas de dos de sus libros, uno de los cuales expone la teoría de la inteligencia emocional en general y el otro la demuestra en el entorno laboral especialmente en el ámbito empresario. El término inteligencia emocional se relaciona con la capacidad de reconocer los propios sentimientos, igualmente los de los demás, con la finalidad de utilizarlos como guía del pensamiento y de la acción, por ejemplo, para auto motivarse o manejar adecuadamente las relaciones que se mantienen con las demás personas.
     Por tanto, sustentándose con base en la inteligencia emocional se puede, determinar el modo como cada persona se relaciona y entiende el mundo;  teniendo en cuenta las actitudes y los sentimientos, engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, la canalización de las emociones, la confianza, el entusiasmo, la empatía, la persistencia frente a las frustraciones, la práctica de la gratificación prolongada;  el motivar a otros ayudándolos a que se desarrollen aprovechando los propios talentos y consiguiendo su compromiso con respecto a los objetivos e intereses comunes.
     La concepción de la inteligencia emocional, comprende una serie de habilidades que Goleman, (1996). Caracteriza como “interdependientes, jerárquicas y genéricas”. En otras palabras, cada una requiere de las otras para desarrollarse, se sirven de base unas a otras y son necesarias en distintos grados según los tipos de trabajo y las tareas que se cumplan. Por lo tanto, anatómica y fisiológicamente la inteligencia intelectual y la inteligencia emocional expresan la actividad de regiones diferentes del sistema nervioso. El intelecto basa su funcionamiento en el neocórtex, el estrato evolutivamente más reciente que recubre la superficie cerebral a modo de capa o manto replegado, mientras que los centros o núcleos emocionales ocupan un lugar inferior al nivel cortical, siendo filogenéticamente más antiguos, no obstante todo lo anterior, conduce a plantear que la inteligencia emocional, es el producto del funcionamiento concertado y armónico entre los centros emocionales y las áreas intelectuales.

Referencias Bibliográficas:
Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.
Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Kairós.

Chirinos Arcaya, Eneida C. Dirección electrónica. Jemyrsch@hot mail.com Licenciado en Educación Integral. Mención Ciencias Sociales. Universidad Nacional Abierta (1992). Licenciado en Educación Integral. Mención: Lengua. Universidad Nacional Abierta (1994). Magíster en Gerencia. Mención: Gestión Educativa. Universidad Bicentenaria de Aragua. (1999). Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad Santa María (2005), Actualmente se desempeña como Docente de Aula en la Escuela Básica “Juan Guillermo Iribarren” del Municipio Araure en el Estado Portuguesa. Autora de publicaciones en la Revista CANDIDUS; y en las Columnas “Aquí y Ahora” y ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? ... y Respuestas en el Diario Ultima Hora.