Si la vida es un arte... su valor clave es la autenticidad
17/12/2012 | 6:57 PM
(ENEIDA CHIRINOS) En la búsqueda de la verdad y el sentido en la vida, los seres humanos intentan lograr la autenticidad a través de las interacciones sociales y las diversas formas de expresión. La autenticidad se suele definir como el hecho de ser veraz y honesto con uno mismo y con los otros, como una credibilidad indiscutible, una carencia absoluta de artificios, implica que la autenticidad es relacional y está conectada con la identidad personal y las relaciones con el contexto donde convive; entonces, la autenticidad se puede considerar como un proceso de análisis del sujeto y del mundo externo. Y ya que el sujeto surge de la interacción entre él mismo, los otros y el entorno en una sociedad y un mundo complejos, pueden coexistir varias identidades dependiendo del lugar y el contexto. Algunos defienden que el sujeto no es una sola entidad, sino que contiene múltiples capas de percepciones, pensamientos y comportamiento cambiante dependiendo del contexto. Lograr la autenticidad es una misión individual, ya que cada persona tiene su propia forma individual de ser. Por consiguiente, el concepto se vuelve bastante arbitrario y puede ser confuso para las relaciones humanas: lo que es auténtico para un individuo puede ser diferente para otro.
Las experiencias, el conocimiento y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con el tiempo se vaya conformando una personalidad propia. Toda obra original es valiosa, sobre todo si pensamos en algunas esculturas y pinturas, cualquier copia tendrá algunos rasgos que la hacen diferente e imperfecta de acuerdo al original. Por el hecho de existir y poseer unas características y cualidades propias, todos somos "originales", pero no quiere decir que somos personas "de una pieza", íntegros, es decir, auténticos. El valor de la autenticidad le da a la persona autoridad sobre sí mismo ante su iniciativa para proponerse y alcanzar metas altas, carácter estable y sinceridad a toda prueba, lo que le hace tener una coherencia de vida.
Aunque la autenticidad personal es en principio deseable, si faltas en ciertos elementos podría ir de hecho en detrimento de las relaciones interpersonales y el funcionamiento de la sociedad. Esos componentes necesarios de la autenticidad incluyen la conciencia, el análisis imparcial y el conocimiento preciso de uno mismo, el juicio reflexivo, la responsabilidad e integridad personal, el ser genuino y humilde, la empatía por el otro y el conocimiento de éste, así como la utilización óptima de las reacciones de los otros. Esos componentes tienen también que integrar la necesidad de limitar y ajustar la autenticidad de uno, dependiendo de la situación. Cualquier medida de autenticidad real no implica expresar el yo más íntimo, con todo su rango de emociones y cambios, en cualquier situación. En este contexto, ser consciente del momento presente, sin sesgos, tiene gran importancia, ya que mejora la claridad del diálogo interior y disminuye la implicación del ego. Pero, aún con todo ese rango de variables a considerar y con todas las precauciones tomadas, sería casi imposible tener en cuenta todas las incógnitas.
Es importante considerar cómo las expresiones auténticas de uno, por muy cautas que sean, serían percibidas e interpretadas por otros. La regla de oro de tratar a los demás como a uno le gustaría ser tratado es esencial y puede ser tomada como guía para convivir a plenitud.
¿Qué hacer entonces para ser auténticos? Evitar la mentira y la personalidad múltiple. Ser el mismo siempre, independientemente de las circunstancias. Luchar contra la vanidad, que nos lleva a elevarnos por encima de lo que somos para cubrir nuestras flaquezas o exaltar nuestras cualidades. Vivir de acuerdo a nuestras posibilidades, evitando lujos fuera de nuestro alcance. Prepararnos para adquirir aquellas destrezas o habilidades que nos hacen falta para el trabajo o para sacar adelante a la familia. Cooperación y comprensión para evitar el deseo de dominio sobre los demás, respetando sus derechos y opiniones. Ser fieles a las promesas que hemos hecho, de esta manera, somos fieles con nosotros mismos. Cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos adquirido en la familia o el trabajo. Hacer a un lado simpatías e intereses propios, para poder juzgar y obrar justamente. Esforzarnos por vivir las leyes, normas y costumbres de nuestra sociedad. No tener miedo a que "me vean como soy". De cualquier manera, mientras no hagamos algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.
La autenticidad da a la persona una natural confianza, pues con el paso del tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios, procurando perfeccionar el ejercicio vida personal profesional y laboral de estas labores superando la apatía y la superficialidad, sin quejas ni lamentaciones. Por la integridad que da el cultivo de este valor, nos convertimos en personas dignas de confianza y honorables, poniendo nuestras cualidades y aptitudes al servicio de los demás, pues nuestras miras van más allá de nuestra persona e intereses. La Reflexión para este artículo "El sentido de la vida, es darle a la vida sentido". Tavho. jemyrsch@gmail.com, @aquiyahoraech
Las experiencias, el conocimiento y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con el tiempo se vaya conformando una personalidad propia. Toda obra original es valiosa, sobre todo si pensamos en algunas esculturas y pinturas, cualquier copia tendrá algunos rasgos que la hacen diferente e imperfecta de acuerdo al original. Por el hecho de existir y poseer unas características y cualidades propias, todos somos "originales", pero no quiere decir que somos personas "de una pieza", íntegros, es decir, auténticos. El valor de la autenticidad le da a la persona autoridad sobre sí mismo ante su iniciativa para proponerse y alcanzar metas altas, carácter estable y sinceridad a toda prueba, lo que le hace tener una coherencia de vida.
Aunque la autenticidad personal es en principio deseable, si faltas en ciertos elementos podría ir de hecho en detrimento de las relaciones interpersonales y el funcionamiento de la sociedad. Esos componentes necesarios de la autenticidad incluyen la conciencia, el análisis imparcial y el conocimiento preciso de uno mismo, el juicio reflexivo, la responsabilidad e integridad personal, el ser genuino y humilde, la empatía por el otro y el conocimiento de éste, así como la utilización óptima de las reacciones de los otros. Esos componentes tienen también que integrar la necesidad de limitar y ajustar la autenticidad de uno, dependiendo de la situación. Cualquier medida de autenticidad real no implica expresar el yo más íntimo, con todo su rango de emociones y cambios, en cualquier situación. En este contexto, ser consciente del momento presente, sin sesgos, tiene gran importancia, ya que mejora la claridad del diálogo interior y disminuye la implicación del ego. Pero, aún con todo ese rango de variables a considerar y con todas las precauciones tomadas, sería casi imposible tener en cuenta todas las incógnitas.
Es importante considerar cómo las expresiones auténticas de uno, por muy cautas que sean, serían percibidas e interpretadas por otros. La regla de oro de tratar a los demás como a uno le gustaría ser tratado es esencial y puede ser tomada como guía para convivir a plenitud.
¿Qué hacer entonces para ser auténticos? Evitar la mentira y la personalidad múltiple. Ser el mismo siempre, independientemente de las circunstancias. Luchar contra la vanidad, que nos lleva a elevarnos por encima de lo que somos para cubrir nuestras flaquezas o exaltar nuestras cualidades. Vivir de acuerdo a nuestras posibilidades, evitando lujos fuera de nuestro alcance. Prepararnos para adquirir aquellas destrezas o habilidades que nos hacen falta para el trabajo o para sacar adelante a la familia. Cooperación y comprensión para evitar el deseo de dominio sobre los demás, respetando sus derechos y opiniones. Ser fieles a las promesas que hemos hecho, de esta manera, somos fieles con nosotros mismos. Cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos adquirido en la familia o el trabajo. Hacer a un lado simpatías e intereses propios, para poder juzgar y obrar justamente. Esforzarnos por vivir las leyes, normas y costumbres de nuestra sociedad. No tener miedo a que "me vean como soy". De cualquier manera, mientras no hagamos algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.
La autenticidad da a la persona una natural confianza, pues con el paso del tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios, procurando perfeccionar el ejercicio vida personal profesional y laboral de estas labores superando la apatía y la superficialidad, sin quejas ni lamentaciones. Por la integridad que da el cultivo de este valor, nos convertimos en personas dignas de confianza y honorables, poniendo nuestras cualidades y aptitudes al servicio de los demás, pues nuestras miras van más allá de nuestra persona e intereses. La Reflexión para este artículo "El sentido de la vida, es darle a la vida sentido". Tavho. jemyrsch@gmail.com, @aquiyahoraech
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