“Aquí y Ahora”
Chirinos, Eneida.
Conociendo y dirigiendo las emociones. ¡Interacción empática! ... Superando la conflictividad.
Resulta conveniente destacar, la frase “controla tus emociones”, tiende a confundirse y, en vez de controlar, lo que se hace es simplemente “ahogar las emociones”, esto es un craso error porque las emociones no son en sí mismas ni buenas ni malas. La que puede ser buena o mala es nuestra respuesta, en todo caso, las emociones nos dan pistas, que permiten analizarlas para lograr finalmente que trabajen a nuestro favor. En sí los componentes las emociones son los pensamientos o valoraciones cognoscitivas, los cambios psicológicos o acciones basadas en la excitación nerviosa y las consecuentes tendencias comportamentales.
En tal sentido Ryback (1998), sostiene que la conciencia de sí mismo “es la piedra angular de la inteligencia emocional, alrededor de la cual giran todas las demás características de la misma la comprensión y la dirección efectiva de los demás” (p.71). Es importante tener claro, que para manejar los parámetros de la inteligencia emocional necesariamente es conveniente, tomar el mando de los pensamientos, dirigiendo oportunamente las excitaciones nerviosas y llegar a ser buenos solucionando, problemas, siguiendo algunas pautas que ayuden a realizar esta difícil tarea, en primer lugar, comprender la naturaleza de los problemas y posteriormente, interiorizar la idea de que son las repuestas a las situaciones, las que en muchas ocasiones causan problemas.
Es vital admitir, realmente que los problemas son parte normal de la vida, sin embargo no se debe sentir obsesionado, ni frustrado ni pretender instaurar cuadros compulsivos, por ello cuando se tienen, evidentemente la clave no esta en negarlos, sino enfrentarlos y solucionarlos.
En las interacciones sociales, es importante percibir lo que otros sienten, lo cual constituye la esencia de la empatía. Rara vez las personas con las cuales se comparten escenarios, comentan con palabras lo que experimentan; en cambio, lo revelan en su tono de voz, expresiones faciales y otras maneras no verbales. Torrabadella (2001), especifica que la empatía “es la capacidad para comprender las emociones de las demás (captar) y expresar las emociones propias (emitir)” (p.186). La capacidad de percibir esas comunicaciones sutiles nace de aptitudes más básicas, sobre todo del conocimiento de uno mismo y del autodominio. Por lo tanto si no se puede percibir los propios sentimientos (o impedir que nos ahoguen) nos veremos irremediablemente fuera del contacto con los estados de ánimos ajenos.
En fin, cuando falta esa sensibilidad, la gente queda descontenta. La falta de oído emocional conduce a la torpeza social, ya sea por haber interpretado mal los sentimientos ajenos, ya sea por una franqueza mecánica e inoportuna, o una indiferencia que aniquila la afinidad, una de las formas que puede adoptar esta falta de empatía es tratar a los demás como si fueran estereotipos y no los individuos únicos que son.
En el ámbito de las relaciones interpersonales, Goleman (1998) sostiene que “la empatía requiere, cuanto menos, saber interpretar las emociones ajenas” (p.172), dejando evidencia que la misma incluye percibir las preocupaciones o los sentimientos del otro y expresar una respuesta, en tal sentido la empatía significa interpretar y comprender los problemas, necesidades e intereses que subyacen bajo los sentimientos del otro. Los elementos señalados son de gran importancia si se desea crear ambientes de convivencia adecuados en atención a que, las organizaciones modernas se basan fuertemente en la interacción entre las personas.
En el ambiente escolar, los docentes y alumnos son más efectivos, lo saben por instinto; utilizan naturalmente su radar emocional para percibir como reaccionan los otros y afinan su propia respuesta para impulsar la interacción en la mejor dirección posible. Los mismos mecanismos cerebrales que se esconden bajo la empatía, permitiéndonos la sintonización emocional, son también los que abren el camino al contagio de los estados de anímicos y solución de conflictos, es así como uno de los talentos que presentan quienes son hábiles para la solución de conflictos es detectar los disturbios cuando se están gestando y tomar medidas para calmar a los involucrados, para lograr esto, son cruciales las artes de escuchar y empatizar.
En tanto que, esa diplomacia, ese tacto, son esenciales para el éxito, las personas dotadas de esta aptitud, manejan con facilidad éstas situaciones tensas y personas difíciles, detectan los potenciales conflictos, ponen a descubierto los desacuerdos y ayudan a reducirlos, alentando el debate y la discusión franca, es decir orquestan soluciones que benefician a todos.
Referencias Bibliográficas:
Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.
Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
Torrabadella, P (2001). Cómo desarrollar la inteligencia emocional. Test y ejercicios prácticos para aumentar la autoestima y actuar de manera positiva. Barcelona. España: Océano Grupo Editorial S.A.
Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Kairós.
Chirinos Arcaya, Eneida C. Dirección electrónica. Jemyrsch@hot mail.com Licenciado en Educación Integral. Mención Ciencias Sociales. Universidad Nacional Abierta (1992). Licenciado en Educación Integral. Mención: Lengua. Universidad Nacional Abierta (1994). Magíster en Gerencia. Mención: Gestión Educativa. Universidad Bicentenaria de Aragua. (1999). Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad Santa María (2005), Actualmente se desempeña como Docente de Aula en la Escuela Básica “Juan Guillermo Iribarren” del Municipio Araure en el Estado Portuguesa. Autora de publicaciones en la Revista CANDIDUS; y en las Columnas “Aquí y Ahora” y ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? ... y Respuestas en el Diario Ultima Hora.
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